Psicólogo clínico
Psicoterapeuta en Biogestalt y dinámica grupal
Actualmente en proceso de formación como Psicoterapeuta Somático en Biosíntesis
Además de para pasar un buen rato y obtener importantes beneficios para la salud, el sexo es también una vía de conocimiento de uno mismo, de crecimiento personal y hasta de expansión de la conciencia. O al menos esa es la idea de filosofías tan antiguas e interesantes como el tantra, en India, o la alquimia interna taoísta, en China.
Últimamente Occidente ha recuperado la primera de estas doctrinas, difundida ahora y comercializada a través de masajes tántricos, cursillos de fin de semana sobre sexualidad sagrada, seminarios de manejo y conducción de la energía de la libido… ¿Un montón de alternativos de la Nueva Era tratando de ligar los fines de semana, o de justificar con “rollos espirituales” lo que muchos aún creen que son sus bajos instintos?
Cuando se habla del tantra referido a la
sexualidad, la gente lo asocia inmediatamente con técnicas mentales y
corporales dirigidas a retardar la eyaculación y
prolongar así la duración del encuentro sexual, pero el tantrismo es más que
eso, es toda una filosofía que comprende muchas otras áreas de la vida. Como
cuenta Munindra, maestro tántrico que imparte clases de tantra yoga en España
en su escuela Tantraway. “El
Tantra es una atención plena a todo el movimiento energético de nuestra vida.
Entendiendo como energía a los pensamientos, deseos, emociones… A pesar de que
cuando alguien viaja a la India, lo que más le sorprende es generalmente la
espiritualidad, los indios siempre han sido muy conscientes de la corporeidad,
de la sexualidad, por eso construyeron templos eróticos. Ellos vieron que el
hombre tenía una desconexión entre cuerpo y espíritu, y el tantra dio una
solución a esto, los unió. Los tántricos descubrieron el mundo de la energía,
mucho antes de que lo hiciera la ciencia[1] y constataron que la libido
es la fuerza más poderosa del ser humano”.
A lo largo de la historia, sexo y
vida interior han sido siempre términos contrarios. Los que
querían elegir la vía espiritual y profundizar en la conciencia, ya fuera
mediante religiones o ideologías, debían estar preparados para asumir una serie
de privaciones y la primera de ellas era siempre el sexo. Pero los tántricos
idearon otra estrategia. Puesto que estamos en el mundo y disponemos de un
cuerpo, ¿por qué no llegar a la verdad y al conocimiento utilizándolo, en vez
de negándolo? “En la India había dos vías”, comenta Munindra, “la de la
renuncia en la que se dice que toda la realidad, lo que percibimos a través de
los sentidos, es una ilusión, y por lo tanto hay que negar todo para llegar a
la verdad, que está más allá de los sentidos. Es el ejemplo del yogui que se
retira a las montañas a meditar. Pero otras personas -los tántricos- idearon
otra forma de llegar a lo mismo. En vez de un no a todo, ellos aceptaron todo:
deseos, pensamientos y las pulsiones más fuertes del hombre, incluida, por
supuesto, la sexualidad. Los sabios indios creían que el ser humano pasa por
diferentes fases y pronosticaron que llegaría una etapa que ellos llamaron Kali
Yuga. Este es un periodo de oscuridad, en el que el hombre, a pesar
de que hay mucha información se siente muy confuso porque no le
da tiempo a procesarla, todo va muy deprisa, todo se acelera, se pierde de
vista la individualidad del ser humano y éste siente más la necesidad de
desarrollar su sexualidad”. ¿A alguien le resulta familiar este decorado?
Para el momento de confusión que vivimos, la vía
tántrica de aceptación es más llevadera y aconsejable porque conecta con lo
corpóreo, lo que explicaría el por qué se ha puesto de moda precisamente
ahora. Uno de sus proverbios dice: “cuando uno cae al suelo, se levanta con la
ayuda del suelo”.
“El tantra está de moda”, dice
Munindra, “porque hay una intuición de que existe algo más en el
sexo aparte de pasar un buen rato, y porque la sexualidad en
occidente ha sido siempre bastante pobre, a pesar de la revolución sexual.
Acceder a una sexualidad más profunda, donde haya más implicación personal, que
no sea un mero acto que se hace durante unos minutos empieza a interesar a
algunos. Claro que esto no debe verse como una tarea, porque si no estaríamos
intelectualizando todavía más el sexo, el tantra lo ve como un juego. No se
trata de tener un trabajo más que hacer, sino de estar más atento y aplicar
unas cuántas técnicas”.
Entre estas técnicas está la de retener
más tiempo la eyaculación, el trabajo con el músculo perineo (el
músculo sagrado)[2] -en ambos sexos- para
trabajar los músculos vaginales y el pene, la respiración, posturas
de yoga que ayudan en la relación sexual, sonidos, etc. Es un
entrenamiento. “Muchos de los ejercicios que proponen ahora los sexólogos para
mejorar la calidad de las relaciones vienen del yoga o del tantra”,
asegura Munindra, “porque los tántricos se dedicaron a estudiar la sexualidad
del ser humano muy profundamente y tenían una cosa que nosotros no tenemos:
tiempo. La sexualidad por si misma no es solo un momento de placer sino que
tiene efectos beneficiosos a nivel físico y psicológico, como todos sabemos,
pero luego, dirigida de cierta manera puede llegar a proporcionar
experiencias de un mayor nivel de conciencia, parecidas a las
que pueden tener meditadores profesionales o gente que investiga con las
drogas. La sexualidad puede ser también un vehículo muy poderoso de crecimiento
personal[3]. Trabajando esa energía se
puede dirigir hacía la creatividad artística o para recrearse a uno mismo, como
el mito del ave fénix, que renace de sus cenizas, y que traducido al lenguaje
informático sería como resetearse a sí mismo. Pero todo esto hay que
aprenderlo. Lo que sabemos del sexo es lo básico, lo que sabe un animal. Si
queremos tener una sexualidad más profunda deberemos aprender para que los
beneficios serán mayores”.
Si pensamos que el sexo y el cuerpo femenino –el
masculino no tanto, seguramente porque vivimos en un mundo de hombres- ha sido
siempre, y todavía es, objeto de represión por parte de muchas religiones y
regímenes totalitarios, podremos empezar a sospechar que hay algo bastante
poderoso en la sexualidad. ¿Por qué si no prohíben el sexo y los condones y no
los partidos de fútbol, los toros o -como dice el chiste- las corridas? “Es
difícil entrar en la mente de las personas que intentan socavar la capacidad de
expresión del ser humano”, comenta Munindra, “pero posiblemente conocían de
alguna manera, tal vez inconsciente, la capacidad que tiene la sexualidad de trasformar
al hombre y, además, dirigirla a la procreación es siempre
interesante para cualquier tipo de poder. A las religiones siempre les ha
preocupado que el individuo tuviera una relación directa no ya con dios, sino
con su ser más profundo porque ese era su trabajo, el de ser intermediarios. La
sexualidad elimina esa necesidad de intermediación y uno se conecta
directamente sin necesidad de proveedor ni zona wifi”.
[1] Hasta el
momento los textos hallados más antiguos datan de 7000 años atrás
[2] Junto a la
respiración y la focalización en algunos puntos específicos,permite la
elevación y expansión de la energía sexual, al tiempo que su refinamiento.
[3] Y también de
sanación de bloqueos y traumas mediante diversas técnicas y a través de la
energía sexual
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